Me gustaría escribir sobre un tema que todos estamos continuamente
escuchando pero que la mayoría no entendemos y que encima muchos detestamos, el
monotema económico. Desde hace unos años estamos continuamente hablando de los
problemas económicos que sufre nuestro país y el resto del mundo con la crisis
capitalista y de cómo nos afecta a todos de una manera directa e indirecta,
cuando no hemos sido nosotros los culpables de tal despropósito. Día a día nos
llega información sobre la crisis que nos atormenta profundamente más muchos
nos vemos impotentes al ver que no podemos hacer nada para cambiar esta
situación y que todo está bajo el poder de fuerzas que maquillan la realidad y
nos hacen ver espejismos, todavía hay quien cree que esto se va a solucionar en
un año o dos.
Echamos la culpa a los políticos, a los mercados internacionales, a los
inmigrantes, a los bancos, a las fuertes compañías que controlan la economía.
Pero realmente los verdaderos culpables de lo que nos está pasando somos todos
nosotros por permitir que la injusticia que sufrimos se siga produciendo
sabiendo que muchos compatriotas están pasándolo muy mal en la actualidad. Ya
no hay que irse a países subdesarrollados para conocer la miseria, miramos a
otro lado pensando que nosotros todavía no estamos tan mal como el resto, nos
excusamos diciendo que no podemos hacer nada para evitar el sufrimiento de
aquellos que lo han perdido todo y pensamos resignados como ganado que tarde o
temprano todo se arreglará. Nos creemos incapaces de encontrar soluciones a
nuestro problema pero sabemos quienes lo han provocado, mientras los culpables
están impunes millones de personas no saben que será de ellos en un futuro
próximo.
Muchos economistas parecen conocer los remiendos para este desmán que
nos lleva machacando años pero nadie hace nada para solucionar la situación.
Por esa razón los culpables de que ahora estemos así de inestables y a la baja
siguen manejando desde sus despachos los hilos de la economía. Primero de todo,
veo desilusión colectiva. La gente de este país en donde he nacido cada vez
está más mohína, disfrutan menos de la vida, paralizados y a merced de unos
estamentos que no piensan nada más que en los intereses de una minoría.
La sociedad de consumo (capitalista) funciona comprando y trabajando
para comprar, si no puedes comprar porque no tienes trabajo o el que tienes no
te da nada más que para subsistir te sales del sistema y eso conlleva a vivir
atormentado. Ya pasaron a la historia los tiempos en los que cada uno podía
subsistir con lo que el campo le proporcionaba, la energía procedente de los
fósiles y la eléctrica han pasado de una manera inexorable a formar parte de
nuestras vidas y su embrujo nos hace incapaces de vivir de otra manera a la
actual. Explotamos los recursos de manera industrial y vivimos sobre un
pavimento delgado y frágil que en cualquier momento puede venirse abajo. El pueblo tiene que dictar las leyes y normas y hacer que las cumplan tanto los
poderosos como los débiles ciudadanos. Ése es el cambio que la democracia
necesita, una puesta a punto y reciclar lo que está roto o desgastado, no cambiar
la forma de gobierno con métodos pasados como el comunismo, fascismo, con
oligarquías o republicas, sino la manera de gobernar regulando las leyes y los
beneficios que se ponen quienes las aprueban. Mirar por los intereses
nacionales ya que no se puede y es una utopía por los mundiales. Revisar los
cambios que se han hecho hasta ahora y empezar a corregir los errores. ¿Cuándo
empezaremos a ver la luz? Cuando todo el pueblo se levante de la silla,
mientras tanto seguiremos escuchando estupideces y falsas promesas de
recuperaciones trimestrales. Ni el FMI, ni EU, ni ningún otro estamento europeo nos va a sacar las castañas del
fuego. Todos estos organismos tienen intereses que no competen a los ciudadanos
de Europa y menos a los españoles, somos ordeñados para lucrar a los cada vez
más ricos como pasó siglos atrás con la industrialización que sólo miraba las
ganancias obtenidas y se pasaba por alto los derechos de los trabajadores. Estas
entidades están para manejar la economía pero no parece importarles el capital
humano. Es triste vislumbra en cómo día a día la línea que separa la democracia
de la tiranía es cada vez más fina y real.
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