"Este siglo empezó con alegría, tiempos de igualdad y
fraternidad iluminaban un nuevo mañana dejando atrás otros siglos que fueron
oscuros y tristes".
Así empezó el siglo XXI, con hipócrita
democracia. Muchos nos creíamos que la idea de amor entre pueblos distintos,
igualdad entre mujeres, hombres y razas, pobres y ricos, inteligencia y
tecnología, felicidad y prosperidad... por fin con este siglo de la información
ya había llegado a todos los pueblos del mundo la cordura, la oportunidad y el
mañana, nunca volvería a ser peor, no más retroceso sino por el contrario todo
sería más equitativo para todo ser humano de este planeta, de una vez por todas
se acabarían las malditas guerras y el mundo avanzaría hacia un mañana
innovador. Llegamos a tener a principios de siglo incluso tiempo de
preocuparnos por el resto de criaturas del planeta (ecosistemas, biosfera)
también por aquellos que habían sido menos agraciados y necesitaban un apoyo
del colectivo para poder sobrevivir, dispersados por aquellos países
abandonados y extorsionados por el primer mundo. Pero 7 años después de la
nueva era de promesas, futuro y dicha descubrimos que todo había sido una falsa
idea incrustada al colectivo social para hacernos creer que el mundo ya no era
como antiguamente: cruel, irracional, bélico, egoísta, macabro, injusto,
desigual... sino que ahora con el nuevo siglo había pasado a ser próspero con
futuro y libertad. Después de siete años (2007-2014) de retroceso incluso con
esas el pueblo mundial sigue escuchando las mismas promesas que en el siglo XX.
-Confiar en nosotros que la luz está por llegar y habrá un mañana mejor para
"todos"-. Sabemos que es una aberrante mentira pero los ilusos creen
que nosotros (el pueblo) confiamos en que las cosas serán mejor mañana y que la
igualdad para todos está por llegar, ya lo llevamos escuchado tantos siglos que
es de ingenuos creerles mas siempre queda una amplia mayoría de crédulos.
La pobreza se extiende de nuevo como una
pandemia por todos los continentes y los medios de comunicación de masas
ocultan la verdad. Tambores de guerra retumban en el horizonte.
Los pueblos más formados y tecnológicos
que han existido nunca ven impotentes como aquellos mensajes de esperanza se
desvanecen como un espejismo. Las posibilidades de encontrar un lugar en tu
entorno digno para asentarte cada vez son menores, la idea de salir a explorar
nuevas tierras ya no es una opción, estamos en una era de grandes cambios y
esto provoca desestabilidad. El miedo neutraliza nuestra capacidad de reacción,
los tópicos del pasado ya no encajan en el nuevo puzzle. Sociedades que durante
siglos han vivido en comunidad y por encima del resto de naciones ahora
compiten por las mismas sobras que aquellos a los que llamaban tercermundistas
imperando la ley del más resistente. Ellos trabajan más por menos porque nos
llevan muchos siglos de "ventaja" siendo esclavos de los que ahora
pierden el oligopolio. La meta como ha sido siempre en este mundo (ahora con
una mayor dificultad para conseguirlo) es el poder: tener un buen empleo, un
gran capital, a costa de lo que sea es el objetivo contemporáneo. Todos son
obstáculos que eliminar, pero son muchos los que compiten para alcanzar el
mismo objetivo y en un mundo globalizado y mecanizado ahora son más y muy
escasos los buenos puestos que cubrir y eso provoca tensión.
Parece como si estuviésemos abriendo los ojos y
ahora viésemos la verdad. El mundo que han creado los de siempre sólo es válido
para unos pocos poderosos, el resto seguimos viviendo en el siglo XIX salvando
las diferencias, somos más pobres (cada vez más esclavos) que a finales del
siglo XX. No sólo nos robaron el futuro sino que nos están arrancando la
ilusión de este presente al no vislumbrar nada claro. Gritar enfurecido te
alivia unos segundos pero no te devuelve los derechos arrebatados. Seamos
conscientes de que lo único que nos puede salvar de un mal mayor es el segundo
oficio más antiguo del mundo, el oficio de guerrero... La guerra, es lo que al
final por desgracia ha dotado al ser humano de esperanza y libertad, porque es
la única manera de empezar de cero para todos los pueblos, porque las bajas de muchos pronto serán suplantadas por otros muchos y en el
transcurso de la renovación se recuperan los derechos arrebatados, se trabaja
para reconstruir un mañana nuevo más sano espiritualmente y seguro, huyendo de
los fallos pasados. Incluso después de una guerra mundial nuclear quedarían
supervivientes que volverían a empezar sobre los restos de los que no supieron
aprovechar la oportunidad y llevaron a su mundo al caos. Mientras el mundo se
cura de sus heridas y cicatrizan las más profundas la lucha de la supervivencia
haría prosperar al más adaptado a un nuevo siglo tecnológico, porque la memoria
está ahí, lo inventado no se va a perder, volveríamos a crecer despacio y con
mesura. El planeta tierra -al igual que cualquier campo sembrado de cereales no
está preparado para mantener mucho tiempo una plaga de langostas-, no está
construido para aguantar una plaga de súper depredadores psicópatas. Si no se
frena esto, ya, mañana no habrán más recursos que para una minoría y las
consecuencias serán peores que las provocadas por una guerra nuclear, tal vez
serán biológicas y cuando más daño causemos a nuestro medio peor arreglo
tendrán los actos presentes.
Sabemos cuál es la solución al futuro de la
humanidad, el problema es que no conocemos, ni quienes, ni cuándo van a detonar
la carga. Las lecturas del presente nos llevan a repetir errores pasados.
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