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domingo, 15 de junio de 2014

Tercera Guerra Mundial: La guerra condición humana‏

"Este siglo empezó con alegría, tiempos de igualdad y fraternidad iluminaban un nuevo mañana dejando atrás otros siglos que fueron oscuros y tristes".

Así empezó el siglo XXI, con hipócrita democracia. Muchos nos creíamos que la idea de amor entre pueblos distintos, igualdad entre mujeres, hombres y razas, pobres y ricos, inteligencia y tecnología, felicidad y prosperidad... por fin con este siglo de la información ya había llegado a todos los pueblos del mundo la cordura, la oportunidad y el mañana, nunca volvería a ser peor, no más retroceso sino por el contrario todo sería más equitativo para todo ser humano de este planeta, de una vez por todas se acabarían las malditas guerras y el mundo avanzaría hacia un mañana innovador. Llegamos a tener a principios de siglo incluso tiempo de preocuparnos por el resto de criaturas del planeta (ecosistemas, biosfera) también por aquellos que habían sido menos agraciados y necesitaban un apoyo del colectivo para poder sobrevivir, dispersados por aquellos países abandonados y extorsionados por el primer mundo. Pero 7 años después de la nueva era de promesas, futuro y dicha descubrimos que todo había sido una falsa idea incrustada al colectivo social para hacernos creer que el mundo ya no era como antiguamente: cruel, irracional, bélico, egoísta, macabro, injusto, desigual... sino que ahora con el nuevo siglo había pasado a ser próspero con futuro y libertad. Después de siete años (2007-2014) de retroceso incluso con esas el pueblo mundial sigue escuchando las mismas promesas que en el siglo XX. -Confiar en nosotros que la luz está por llegar y habrá un mañana mejor para "todos"-. Sabemos que es una aberrante mentira pero los ilusos creen que nosotros (el pueblo) confiamos en que las cosas serán mejor mañana y que la igualdad para todos está por llegar, ya lo llevamos escuchado tantos siglos que es de ingenuos creerles mas siempre queda una amplia mayoría de crédulos.

La pobreza se extiende de nuevo como una pandemia por todos los continentes y los medios de comunicación de masas ocultan la verdad. Tambores de guerra retumban en el horizonte.

Los pueblos más formados y tecnológicos que han existido nunca ven impotentes como aquellos mensajes de esperanza se desvanecen como un espejismo. Las posibilidades de encontrar un lugar en tu entorno digno para asentarte cada vez son menores, la idea de salir a explorar nuevas tierras ya no es una opción, estamos en una era de grandes cambios y esto provoca desestabilidad. El miedo neutraliza nuestra capacidad de reacción, los tópicos del pasado ya no encajan en el nuevo puzzle. Sociedades que durante siglos han vivido en comunidad y por encima del resto de naciones ahora compiten por las mismas sobras que aquellos a los que llamaban tercermundistas imperando la ley del más resistente. Ellos trabajan más por menos porque nos llevan muchos siglos de "ventaja" siendo esclavos de los que ahora pierden el oligopolio. La meta como ha sido siempre en este mundo (ahora con una mayor dificultad para conseguirlo) es el poder: tener un buen empleo, un gran capital, a costa de lo que sea es el objetivo contemporáneo. Todos son obstáculos que eliminar, pero son muchos los que compiten para alcanzar el mismo objetivo y en un mundo globalizado y mecanizado ahora son más y muy escasos los buenos puestos que cubrir y eso provoca tensión.

      Parece como si estuviésemos abriendo los ojos y ahora viésemos la verdad. El mundo que han creado los de siempre sólo es válido para unos pocos poderosos, el resto seguimos viviendo en el siglo XIX salvando las diferencias, somos más pobres (cada vez más esclavos) que a finales del siglo XX. No sólo nos robaron el futuro sino que nos están arrancando la ilusión de este presente al no vislumbrar nada claro. Gritar enfurecido te alivia unos segundos pero no te devuelve los derechos arrebatados. Seamos conscientes de que lo único que nos puede salvar de un mal mayor es el segundo oficio más antiguo del mundo, el oficio de guerrero... La guerra, es lo que al final por desgracia ha dotado al ser humano de esperanza y libertad, porque es la única manera de empezar de cero para todos los pueblos, porque las bajas de muchos pronto serán suplantadas por otros muchos y en el transcurso de la renovación se recuperan los derechos arrebatados, se trabaja para reconstruir un mañana nuevo más sano espiritualmente y seguro, huyendo de los fallos pasados. Incluso después de una guerra mundial nuclear quedarían supervivientes que volverían a empezar sobre los restos de los que no supieron aprovechar la oportunidad y llevaron a su mundo al caos. Mientras el mundo se cura de sus heridas y cicatrizan las más profundas la lucha de la supervivencia haría prosperar al más adaptado a un nuevo siglo tecnológico, porque la memoria está ahí, lo inventado no se va a perder, volveríamos a crecer despacio y con mesura. El planeta tierra -al igual que cualquier campo sembrado de cereales no está preparado para mantener mucho tiempo una plaga de langostas-, no está construido para aguantar una plaga de súper depredadores psicópatas. Si no se frena esto, ya, mañana no habrán más recursos que para una minoría y las consecuencias serán peores que las provocadas por una guerra nuclear, tal vez serán biológicas y cuando más daño causemos a nuestro medio peor arreglo tendrán los actos presentes.

Sabemos cuál es la solución al futuro de la humanidad, el problema es que no conocemos, ni quienes, ni cuándo van a detonar la carga. Las lecturas del presente nos llevan a repetir errores pasados.

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